Os he de confesar que hace un tiempo ya, mantuve un dilatado escarceo amoroso con uno de los más atractivos cuerpos del paradigma cuantitativo: la disciplina de las Ciencias Físicas. Esa exactitud, esa sensibilidad, esa precisión, esos patrones perfectos, esos principios irrefutables, la vehemencia de sus resultados… Todo ello me resultaba irresistible. Y ya los tríos con las matemáticas suponían un desenfreno racional total.
La verdad es que disfruté mucho de esa relación. Pero por avatares de la vida, acabamos tomando caminos separados. Simplemente no estábamos hechos el uno para el otro.
Como tantas cosas de aquella época, nunca podré olvidar el principio de Incertidumbre de Heisenberg. Lo explico: A nivel cuántico es posible fijar la posición de una partícula con total precisión pero será imposible conocer su velocidad. Y si por el contrario se conoce su velocidad, no se sabrá a ciencia cierta en qué punto se halla. O sea: La acción del observador altera el sistema observado y no puedes observar las dos magnitudes a la vez, si conoces una, se altera la otra.
Pues bien, en las prácticas constato que podemos hacer o de observadores externos (observando a otro profesional) o de observadores internos (de nuestra propia labor) y, sin embargo, me siento como si me moviese a niveles subatómicos.
¿Por qué? Porque llegaré nueva a un centro de interina, no conoceré mis funciones hasta mañana, no tengo “profesor modelo” y tengo que analizar y reflexionar sobre mi propia acción que no está ni organizada, ni fundamentada, ni preparada, ni trabajada, ni nada. Me vienen a la mente todos los “nis” que se acompañen de “adas”.
Total, que si analizo mi posición, igual no encuentro mi momento (velocidad), y si analizo mi momento (velocidad), igual no encuentro mi posición.
En fin, espero subir a niveles más altos y volver a los límites de la física Newtoniana, donde las manzanas, si caen, caen para abajo. Y puedes observarlas. Y hasta saber con qué aceleración caen.
Ahora que lo pienso… ¿soy Newton? ¿o soy la manzana?
Mañana lo sabré. Esto son desvaríos de los nervios de empezar el periodo de prácticas.
Ah, no os lo había dicho. Ya tengo centro (Emoji sonriente).
Mañana empezaré a escribir de verdad. Preparaos. Juas, juas, juas, juas...