Una disonancia cognitiva es una desarmonía interna debido a pensamientos, creencias y emociones que entran en conflicto.

Este blog es una recopilación de mis entradas de diario del máster. No pretende describir las materias ni dar información sobre los contenidos o los procesos, sino simplemente reflejar los pensamientos que acuden a mi mente y que a veces pueden producir ciertas disonancias que espero que me sirvan para crecer como profesional y como persona.

Si no se entiende lo que escribo, da igual. Muchas veces no me entiendo ni yo.

sábado, 25 de enero de 2014

Mi mochila

Casi siempre me pasa. Casi todas las noches sueño con lo que ha transcurrido durante el día. Normal. Y por eso casi todas las noches mis sueños los protagoniza algún docente del máster, algunos compañeros, niños, el colegio, papás, reuniones, alguna lectura...
Ayer terminamos con la evaluación de los dos módulos de Procesos y Naturaleza. Fue una experiencia preciosa donde hablamos con libertad de nuestros sentimientos, de nuestras realidades, nuestros sueños, nuestros aprendizajes y nuestras críticas.
Conocimos la película La Escuela de la Señorita Olga y descubrí que muchos principios destacables y comunes de innovación educativa ya existían en los años 30.
Me preguntaba por qué existiendo desde hace tiempo este tipo de experiencias todavía siguen siendo minoritarias, por qué no se han ido imponiendo con el tiempo.
Entre muchas respuestas que aparecieron: el sistema, la tradición, la zona de confort..., hablamos de nuestra mochila. La que llevamos desde que nos comienzan a educar y con la que los docentes educamos. Esa mochila que tiene todo aquello que configura nuestra forma de ser, vivir y entender la vida y, por ende, la educación. Y que se materializa en nuestro quehacer diario.
A veces esa mochila lleva tantas cosas durante tanto tiempo dentro que es difícil deshacerse de ellas. Y cambiar por completo su contenido puede resultar duro. Yo quiero llenar mi mochila de algo bueno. No sé qué podrá ser, pero al menos tengo ganas de seguir llenándola.
Pues bien, volviendo al principio, hoy me desperté recordando mi sueño. Y extrañamente no aparecía ni un docente, ni un compañero maestro, ni un niño, ni nada que me recordase a la educación.
O sí.
Resulta que soñé que estaba en una zona al estilo de Hawaii, estaba amaneciendo y todavía se veían las luces encendidas, yo iba en coche. Recuerdo pasar por zonas bellísimas y pensar ¡Oh, qué fotos más preciosas podría hacer! Recuerdo que nos cruzamos con un grupo que se me quedó mirando y luego, cuando bajé del coche, vino una de ellos para ver si quería trabajar en su grupo. Mientras marchaba con ella me iba enseñando el paisaje, todo era verde, lleno de vegetación, lleno de flores gigantes de colores luminosos, con mariposas, pájaros y hasta conejos de colores (pensé en hacerme una foto con esos conejos para enseñársela a mis hijas). Luego llegué a una oficina donde tras una breve charla me pidieron el nombre y me dijeron que directamente me daban el trabajo.
Ah, antes de llegar a esta zona idílica, en mi sueño aparecía yo con una amiga compañera del colegio donde íbamos a pintar un cuarto de un color nuevo. Y yo me llevaba una cocinita de juguete vieja a un trastero.
No parecía uno de mis típicos sueños surrealistas donde mezclo lo que me acontece durante el día.
Sin embargo creo ver una lectura muy clara: 
En mi mochila ha entrado La escuela de la Señorita Olga.

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