En el experimento mediático que supuso el programa de Jordi Évole "Operación Palace", que ha revolucionado a medio país por no decir a todo convirtiéndose en trending topic mundial, y motivo de aplausos y críticas a partes iguales, no he podido evitar encontrar pequeñas muestras, algunos argumentos, y constataciones diversas -a mi parecer- de mucho de lo que Ángel nos propone, describe, critica y analiza en su módulo de Naturaleza y Sentido de la Innovación Educativa.
Dicho experimento mediático conocido ya por la gran mayoría trataba sobre un falso documental sobre lo que ocurrió la fatídica noche del 23-F, la noche del intento de golpe de Estado. En la filmación de este documental se prestaron a participar personajes de gran calado político y social, y que vivieron en primera persona aquel momento decisivo de la Historia de España.
Me ha impresionado la repercusión que ha tenido en toda clase de ámbitos, colándose, incluso, en el debate sobre el estado de la Nación.
Todo este revuelo me ha llevado a algunas reflexiones: ¿Qué tipo de alfabetización mediática poseemos en esta era del reinado de lo audiovisual? ¿Por qué algunos espectadores intuían el fake desde los inicios y otros se lo tragaron a pies juntillas hasta el último minuto? ¿Por qué ha suscitado tantas alabanzas y críticas? ¿Qué recuerdos y emociones y con qué fuerza fueron evocadas por esta manipulada versión de los hechos? ¿Por qué ha habido reacciones tan fuertes? ¿En qué lugar permanece la visión crítica del fenómeno? ¿Cuántos detectaron los fragmentos y pistas que iba dejando el documental para reunir las piezas y llevar a la intuición de que no era real? ¿Qué significa que algunos sean capaces de “distanciarse” y verlo como una “alegría televisiva” como mencionó Gabilondo, y otros como Alfonso Guerra lo hayan considerado como una tomadura de pelo comparando a Évole con Goebbels, ministro de propaganda nazi? ¿Qué bagaje personal, social, profesional…, se necesita para comprender esta arriesgada propuesta? ¿Cuántos acudieron a las redes sociales en plena emisión para conocer e intercambiar opiniones con otros y llegar a sus propias conclusiones?
Y ahora visto desde el otro lado ¿Cuáles fueron los motivos para realizar un programa de estas características? ¿Fueron conscientes de la envergadura de su repercusión? ¿Cuáles eran las verdaderas intenciones? Porque se pueden hacer diversidad de lecturas desde un extremo al otro del continuo que enlaza desde las teorías conspiratorias más inverosímiles hasta las intenciones de apelar al subconsciente hacia una continuidad del sistema institucionalizado.
Jordi Évole explica: “En el momento que vivimos, con el tsunami de información que nos cae cada día encima, hay que decirle al espectador que debemos mirarlo todo con distancia, contrastar, buscar otras opiniones.... […] Si después de ver el programa hay quien considera que se debe ser más exigente con la información que recibe, doy por bien empleado este experimento”.
Para finalizar, hubo un debate donde además, se me hace flagrante una frase que me encanta: “La habilidad para aprender lo que necesitaremos mañana es más importante que lo que hoy conocemos”. En el debate posterior al documental se menciona que estamos sumergidos en una crisis que toca prácticamente todas las entidades y estamentos sociales (yo incluyo la educativa). Que el traje al que estamos acostumbrados se nos está cayendo a pedazos, y que parece ser necesario darnos cuenta de que todo aquello que veíamos con normalidad ya no nos sirve. Que estamos en cierto modo perdidos y necesitamos un proyecto común al que dirigirnos. Es decir, necesitamos saber qué queremos, qué vamos a necesitar y cómo lo vamos a hacer. Probablemente de esta manera sea más fácil llevar el barco por buen rumbo.
¿Operación Palace en Naturaleza y Sentido de la Innovación Educativa? Pues claro, cómo iba a obviarlo si el libro de referencia se llama “Educarse en la era digital”. Es un material estupendo recién calentito sacado del horno de la era digital donde lo audiovisual, la manipulación mediática, la crítica, la reflexión, el análisis, el impacto social, las nuevas tecnologías, el bagaje cultural, el tratamiento de la información, las redes sociales, etc., no pueden estar al margen de la Educación.
Por cierto, le doy el Óscar al mejor actor a Federico Mayor Zaragoza.
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