Una disonancia cognitiva es una desarmonía interna debido a pensamientos, creencias y emociones que entran en conflicto.

Este blog es una recopilación de mis entradas de diario del máster. No pretende describir las materias ni dar información sobre los contenidos o los procesos, sino simplemente reflejar los pensamientos que acuden a mi mente y que a veces pueden producir ciertas disonancias que espero que me sirvan para crecer como profesional y como persona.

Si no se entiende lo que escribo, da igual. Muchas veces no me entiendo ni yo.

miércoles, 8 de enero de 2014

Evaluación con Miguel Ángel Santos Guerra

En esta entrada quería hablar de la primera clase con Miguel Ángel Santos Guerra. Quería decir que había encontrado un trovador con alma de educador, o un educador con alma de trovador. Con Miguel Ángel el orden de estos factores no altera el producto. No es que cante ni toque la mandolina pero lo que sale por su boca es pura poesía.
Quería hablar sobre la primera clase, sobre cómo casi se me saltan las lágrimas de emoción -soy muy sensible, por no decir llorona, lo sé- durante la primera media hora. Sobre la capacidad que tuvo en su clase de llegarme al corazón. Sobre la manera en que, sin quererlo, salté mostrando bastante enojo por el sistema en el que estamos sumergidos. Sobre los inicios de un módulo que girará en torno a un concepto tan confuso, nebuloso, indeterminado, comprometido... como es la Evaluación.
Quería hablar de la genial forma de comenzar comparando la percepción colectiva del concepto de Evaluación comparándolo con la percepción colectiva del concepto de una silla. De cómo cada uno de nosotros nos presentamos y hablamos de nuestras inquietudes sobre el tema, y nuestros intereses sobre las diferentes evaluaciones: personal, del alumnado, de instituciones o del sistema. De las necesidades que veíamos en nuestro quehacer diario los que trabajamos y en lo que ven desde fuera aquellos que no han tenido la oportunidad de hacerlo: de la necesidad de usar el paradigma cualitativo, de la plasmación en la práctica diaria de una forma coherente, de la coordinación entre profesionales a la hora de evaluar, de la necesidad de armonía de concepciones sobre evaluación en un mismo equipo educativo, y de muchas más cosas.
Quería hablar de las esperanzas que tengo en este módulo del máster, del cambio que está generando en mí todo el máster en general y de lo que está suponiendo tanto a nivel profesional como personal.
Pero al entrar en la plataforma para escribir, irónicamente, lo que me ha surgido a la mente es:
¿Por qué no nos hemos aclarado hasta última hora para saber a qué hora empezaba este módulo? Resulta que Miguel Ángel vino a clase con casi tres horas de antelación.
¿Por qué estamos debatiendo entre los alumnos para aclarar los requisitos para hacer un doctorado, que no aparecen de forma clara, o al menos, nosotros no llegamos a averiguar con facilidad?
¿Por qué hablamos mucho de las ganas de aprender pero en el fondo todos nosotros (o al menos esa es mi impresión, soy sincera) tenemos ganas de obtener la mejor nota?
Que por cierto, una cosa no quita la otra. Se puede aprender y sacar muy buenas notas. De hecho, irónicamente, quien saca mejores notas y muestra cierta brillantez es quien accede a un doctorado ¿no?
Y esto puede llevar a otra pregunta: ¿para qué queremos el doctorado? ¿para aprender? 
¿Qué queremos realmente? ¿qué quiere la Universidad? ¿qué quieren sus profesionales? ¿qué quiere la sociedad? ¿qué puede hacer por la sociedad? 
Y vuelvo al inicio ¿el sistema universitario se evalúa a sí mismo de una forma objetiva? ¿los profesionales se evalúan y evalúan de forma adecuada?
Ahí lo dejo.

lunes, 6 de enero de 2014

Alumnos cautivos

He pasado un kit-kat navideño genial. He aprovechado para reunirme con personas a las que no suelo ver con asiduidad y lo he pasado estupendamente.
Si por un lado he tenido la sensación de no haber aprovechado el tiempo para adelantar trabajo -siempre hay tareas que hacer y más ahora con el máster-, por otro lado la percepción ha sido completamente opuesta pues he procurado no perder ninguna oportunidad para mantenerme en contacto con personas a quienes aprecio. Como me dijo una vez mi compañera de la EOI, Patricia, he estado celebrando estas fiestas como si se acabase el mundo. A fin de cuentas, el tiempo que pasas con tus seres queridos y las personas que aprecias son la clase de cosas que recordarás el resto de tu vida y por las que te recordarán a ti. Y si ese tiempo lo creas a base de buenos momentos, mejor que mejor.
Total, el otro día estuve con mi amigo Miguel de Granada, junto con Alberto y Jesús, y tuvimos un breve pero intenso encuentro donde nos dio tiempo a platicar sobre la audiencia cautiva. Todo comenzó con una mención a los llamados clientes cautivos, aquellos que como su propio nombre indica no tienen otra opción o elección y acaban irremediablemente siendo fieles consumidores de un producto o marca determinada. Unos son prisioneros a la fuerza como aquél que no tiene otra cosa para elegir y otros prisioneros voluntarios como el que elige siempre lo mismo, pero ambos son prisioneros al fin y al cabo.
Como algunos de la reunión teníamos relación con el mundo de la docencia, acabamos con la siguiente concatenaciónnegocio-cliente cautivo-audiencia cautiva-alumnos-sistema educativo. Y acabamos hablando de la motivación extrínseca más que de la intrínseca, claro.
Fíjate qué cosas, de la palabra cautivo surgió la idea de alumnado. ¿Son audiencia cautiva? ¿han de serlo por definición? ¿los docentes somos captores? ¿podrían no ser audiencia cautiva? ¿la motivación intrínseca es suficiente, sobre todo a edades tempranas? ¿es inherente la motivación extrínseca al fenómeno educativo? ¿qué papel tiene la innovación educativa sobre esta cuestión? Y otra vez la pregunta que se me repite continuamente: ¿En qué lugar nos situamos como docentes?
Tengo que quedar más con mis colegas granaínos. Anda que no nos echamos charlas buenas.


miércoles, 1 de enero de 2014

El primer día de este año

Hoy, 1 de enero de 2014, hago mi registro en el diario para estrenar el año. Parece que hubiera un corte especial antes y después de las 24:00h del último del año en el que un periodo termina y comienza otro nuevo. Sin embargo, me resulta curioso que esta entrada esté unida a la anterior sin solución de continuidad.
El 30 de diciembre de 2013 mi hija lloraba agobiada por los deberes.
El 1 de enero de 2014 mi hija y yo mantenemos esta conversación:
- Cariño ¿has hecho hoy deberes?
- Sí, mamá. Hoy he hecho un montón. Me queda solo un poco -me dice sonriente-. Y para agradable sorpresa mía continúa:
- Verte a ti me motiva.
- ¿Qué quieres decir? -pregunto extrañada.
- Pues que te veo mucho tiempo estudiando -hace en el aire el gesto de tener folios y escribir sobre ellos y de teclear el ordenador- y como veo que tú puedes, yo también puedo.
Y yo con los ojos como platos henchida de orgullo cual globo a punto de reventar. Lo mejor vino al final:
- Me alegro mucho, hija. Yo también me agobio a veces, y hago así (gesto de inspiración profunda) y me digo "Carla, tú puedes" y continúo. 
- Sí, mamá. Además, también había pensado que si te lo decía, así te motivaba yo.
¡¡¡PUM!!! Reventé.
¿Conclusión? Los beneficios de los círculos virtuosos que se pueden crear si se ofrecen patrones o ejemplos que los generen.
Aunque, en realidad, ahora mismo me da igual la conclusión y la reflexión posterior aplicable a la construcción personal y profesional como docente y su extensión al ámbito escolar y educativo que pueda generar esta anécdota. Solo puedo decir que menuda manera más estupenda de empezar este 2014.
¡¡Feliz año nuevo!!

lunes, 30 de diciembre de 2013

Queda 1 día para que finalice el año

Hoy, 30 de diciembre de 2013, estoy repasando el capítulo 2 del libro de Ángel: "Educarse en la Era Digital". En este capítulo titulado Insatisfacción escolar. La escuela desbordada se habla sobre la relevancia del conocimiento que se aprende, el tipo de modelo escolar imperante en la sociedad actual y las deficiencias más importantes de la escuela convencional, a saber: Fragmentación, descontextualización, priorización de cantidad sobre calidad, reproducción, desmotivación, uniformidad, individualismo y obsesión por las calificaciones.
Y arriba en su cuarto está mi hija, estudiante de tercer ciclo de Primaria haciendo los deberes entre lágrimas. Me ha dicho que le han mandado demasiados. Y es de las que sacan muy buenas notas.
No discuto la metodología de su maestro en absoluto. Pero desde luego esas lágrimas a mí me dan que pensar sobre el modelo educativo actual.
Espero que el sistema escolar no aplaste sus inmensas ganas de aprender.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Mi amiga Verónica hablando de Ana Mendieta

Me he quedado muerta -es una frase hecha muy utilizada por estos lares-. Verónica es una buena amiga mía que se dedica al arte y me encanta su blog.
Hoy estaba leyendo una entrada suya sobre Ana Mendieta y al leer una frase, inevitablemente he hecho una transcripción educativa inconsciente probablemente producto estos últimos meses tan reflexivos.
Dice ella:  "Hay artistas que aman el arte y artistas que aman ser artistas. A los primeros les sostiene la columna vertebral de su vocación y a los segundos el andamiaje de sus pretensiones".
Frase que yo sin querer he traducido de forma automática: "Hay educadores que aman la educación y educadores que aman ser educadores. O maestros, o profesores, o como se llamen y del nivel educativo que sean. A los primeros les sostiene la columna vertebral de su vocación y a los segundos el andamiaje de sus pretensiones".
¿Y ahora yo dónde me coloco? ¿Soy de estos o de aquellos? No lo había pensado. Al menos de forma consciente. Debe ser que mi ego me andamia porque no creo pertenecer a la otra casta. En el otro lado de la frontera deben andar Freire, alguna que otra seño/profe que he conocido, o Mauricio y Rebeca Wild entre otros.
Jolines ¿Por qué será que cuanto más tiempo pasa pienso que sé menos, y que lo hago o soy cada vez peor? Esa sensación me ha invadido ya varias veces. Espero al menos que sea productiva.
Verónica, me pusiste el dedo en la llaga. A esto sí que le llamaría disonancia cognitiva en toda regla.
Pero oye, en la próxima charla que tengamos, vamos a ver qué entendemos tú y yo por  vocación. Igual hablamos de cosas diferentes.

Un sonido disonante

El otro día, un niño de Primaria me contaba lo que le pasó en clase un par de días antes de comenzar las vacaciones de Navidad:
"El profe nos dijo por la mañana: Tengo una sorpresa para vosotros ¡hoy no hay deberes, no vamos a hacer fichas! hoy solo vamos a hacer plástica. Empezamos a hacer plástica pero los niños empezaron a portarse mal. Así que el profe dijo que ya no había plástica. Nos castigó poniéndonos a hacer el libro de mates. Empezamos un tema nuevo".
Qué desarmonía interna me produjo escuchar aquella anécdota.
La reflexión posterior me la guardo. Creo que todos podemos encontrar alguna por nuestra propia cuenta.

martes, 3 de diciembre de 2013

Robots y constructores omnipotentes

Después de haberme roto una media con el asfalto a la salida de clase buscando a un tal Paco, hoy me fui en el coche más pensativa de lo usual.
Por mi mente han pasado una gran cantidad de reflexiones esta tarde. En uno de los puntos que se exponían sobre los principios éticos de la investigación interpretativa, me acordé de las 3 leyes de la robótica de Asimov:
1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.
3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.
(En la película “Yo, robot” con Will Smith también se habla de las leyes [pero es un bodrio]).
La primera me vino a la mente cuando hablamos sobre la ética del investigador a la hora de preservar y velar por lo que el investigado comparte. Es menester velar por ello tanto por inacción como por acción. No había reparado en que también tenemos el deber ético de actuar en la plasmación. En una conversación acalorada se dicen muchas cosas y lo que se escribe, escrito se queda.
Pero lo que me dejó pensando no fue tanto la ética como a la hora de hablar del concepto de problema educativo. La última media hora, Kiko más que Miguel, me tocaron la fibra sensible ¿El deber de un docente es el de generar el mejor contexto de aprendizaje? Sí, está claro. Pero que me digan que los maestros se quejan de no poder dar abasto con la diversidad que se plantea en algunas aulas, de padres que no colaboran, de entornos socioculturales y económicos difíciles, de situaciones que a uno le pueden desbordar, y luego, que eso es lo que hay y para eso cobramos; que esas son las cartas que tenemos y que si no se puede contar con la directiva, los padres o la administración, tenemos que ser casi supermanes, ahí, disiento.
Si me pagaran bastante más quizás pasaba por el aro –para qué me voy a engañar, soy persona humana y aburguesada-, pero aun así tengo mis dudas. No paso por pensar que en mi aula yo soy yo y mi circunstancia. No señor. En mi aula entra todo el entorno educativo, lo quiera o no.  El contexto de aprendizaje que pretendo crear y optimizar estará definitivamente esculpido en el mármol que tenga delante.
Por eso me fui pensativa. Porque la impresión que nos dieron Kiko y Miguel en la explicación final de hoy era de que éramos como Trurl y Clapaucio: Constructores con Diploma de Omnipotencia Perpetua con nota sobresaliente, tal y como los describía Stanislav Lem en su “Ciberíada”, donde protagonizan historias fascinantes siendo grandes constructores capaces de fabricar cualquier cosa manipulando materia y energía.
Y sigo sin verlo. No puedo ver el fenómeno educativo como un trabajo individual. Y conste que apenas tengo conocimientos de pedagogía sino que soy simple y llanamente una maestraescuela.
¿Soy la profesional que genera contextos? Sí ¿Pero yo sola? Definitivamente creo que no. ¿Qué contexto de calidad voy a generar, por mucho conocimiento y buena voluntad que ponga, si no me acompañan unos mínimos de implicación, infraestructura, apoyo administrativo, participación familiar, etc.? Vale, con mis conocimientos y buena voluntad podré generar el mejor contexto dentro del peor contexto. Pero señores, pónganselo algo más fácil a los maestros y no echen en sus hombros todo el peso ni las culpas, que bastante tenemos ya. Qué de gente conozco que sobrevive a la adversidad alimentándose solo de su vocación y las alegrías que les dan sus alumnos y que intenta, dentro de sus limitaciones, generar los mejores contextos –adecuados o no, eso ya es otra cosa-. Para que luego digan que nos quejamos de limitaciones propias de nuestro trabajo. Bueno, en las macrofábricas chinas también les dirán que sus condiciones de trabajo son inherentes a él.

Otra posibilidad que me planteo es la de convertirnos en emprendedores de la innovación educativa y crear de la nada nuevos contextos, pero pienso que desgraciadamente no tengo esa magia que tienen algunos valientes. Ni creo que la tengamos una gran mayoría de la plantilla docente andaluza, con lo que sigo pensando que a falta de creadores, lo suyo sería intentar ofrecer las mejores condiciones a las abejas obreras para poder conseguir la mejor miel.
O no me han convencido, o no lo he entendido bien. O me faltan datos y conocimientos.
O es que hoy estoy pesimista. No sé.