Una disonancia cognitiva es una desarmonía interna debido a pensamientos, creencias y emociones que entran en conflicto.

Este blog es una recopilación de mis entradas de diario del máster. No pretende describir las materias ni dar información sobre los contenidos o los procesos, sino simplemente reflejar los pensamientos que acuden a mi mente y que a veces pueden producir ciertas disonancias que espero que me sirvan para crecer como profesional y como persona.

Si no se entiende lo que escribo, da igual. Muchas veces no me entiendo ni yo.

martes, 3 de diciembre de 2013

Robots y constructores omnipotentes

Después de haberme roto una media con el asfalto a la salida de clase buscando a un tal Paco, hoy me fui en el coche más pensativa de lo usual.
Por mi mente han pasado una gran cantidad de reflexiones esta tarde. En uno de los puntos que se exponían sobre los principios éticos de la investigación interpretativa, me acordé de las 3 leyes de la robótica de Asimov:
1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.
3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.
(En la película “Yo, robot” con Will Smith también se habla de las leyes [pero es un bodrio]).
La primera me vino a la mente cuando hablamos sobre la ética del investigador a la hora de preservar y velar por lo que el investigado comparte. Es menester velar por ello tanto por inacción como por acción. No había reparado en que también tenemos el deber ético de actuar en la plasmación. En una conversación acalorada se dicen muchas cosas y lo que se escribe, escrito se queda.
Pero lo que me dejó pensando no fue tanto la ética como a la hora de hablar del concepto de problema educativo. La última media hora, Kiko más que Miguel, me tocaron la fibra sensible ¿El deber de un docente es el de generar el mejor contexto de aprendizaje? Sí, está claro. Pero que me digan que los maestros se quejan de no poder dar abasto con la diversidad que se plantea en algunas aulas, de padres que no colaboran, de entornos socioculturales y económicos difíciles, de situaciones que a uno le pueden desbordar, y luego, que eso es lo que hay y para eso cobramos; que esas son las cartas que tenemos y que si no se puede contar con la directiva, los padres o la administración, tenemos que ser casi supermanes, ahí, disiento.
Si me pagaran bastante más quizás pasaba por el aro –para qué me voy a engañar, soy persona humana y aburguesada-, pero aun así tengo mis dudas. No paso por pensar que en mi aula yo soy yo y mi circunstancia. No señor. En mi aula entra todo el entorno educativo, lo quiera o no.  El contexto de aprendizaje que pretendo crear y optimizar estará definitivamente esculpido en el mármol que tenga delante.
Por eso me fui pensativa. Porque la impresión que nos dieron Kiko y Miguel en la explicación final de hoy era de que éramos como Trurl y Clapaucio: Constructores con Diploma de Omnipotencia Perpetua con nota sobresaliente, tal y como los describía Stanislav Lem en su “Ciberíada”, donde protagonizan historias fascinantes siendo grandes constructores capaces de fabricar cualquier cosa manipulando materia y energía.
Y sigo sin verlo. No puedo ver el fenómeno educativo como un trabajo individual. Y conste que apenas tengo conocimientos de pedagogía sino que soy simple y llanamente una maestraescuela.
¿Soy la profesional que genera contextos? Sí ¿Pero yo sola? Definitivamente creo que no. ¿Qué contexto de calidad voy a generar, por mucho conocimiento y buena voluntad que ponga, si no me acompañan unos mínimos de implicación, infraestructura, apoyo administrativo, participación familiar, etc.? Vale, con mis conocimientos y buena voluntad podré generar el mejor contexto dentro del peor contexto. Pero señores, pónganselo algo más fácil a los maestros y no echen en sus hombros todo el peso ni las culpas, que bastante tenemos ya. Qué de gente conozco que sobrevive a la adversidad alimentándose solo de su vocación y las alegrías que les dan sus alumnos y que intenta, dentro de sus limitaciones, generar los mejores contextos –adecuados o no, eso ya es otra cosa-. Para que luego digan que nos quejamos de limitaciones propias de nuestro trabajo. Bueno, en las macrofábricas chinas también les dirán que sus condiciones de trabajo son inherentes a él.

Otra posibilidad que me planteo es la de convertirnos en emprendedores de la innovación educativa y crear de la nada nuevos contextos, pero pienso que desgraciadamente no tengo esa magia que tienen algunos valientes. Ni creo que la tengamos una gran mayoría de la plantilla docente andaluza, con lo que sigo pensando que a falta de creadores, lo suyo sería intentar ofrecer las mejores condiciones a las abejas obreras para poder conseguir la mejor miel.
O no me han convencido, o no lo he entendido bien. O me faltan datos y conocimientos.
O es que hoy estoy pesimista. No sé.

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