Una disonancia cognitiva es una desarmonía interna debido a pensamientos, creencias y emociones que entran en conflicto.

Este blog es una recopilación de mis entradas de diario del máster. No pretende describir las materias ni dar información sobre los contenidos o los procesos, sino simplemente reflejar los pensamientos que acuden a mi mente y que a veces pueden producir ciertas disonancias que espero que me sirvan para crecer como profesional y como persona.

Si no se entiende lo que escribo, da igual. Muchas veces no me entiendo ni yo.

viernes, 31 de enero de 2014

Alfredo Hoyuelos o cómo meterte un dedo en el ojo y que te guste

Hoy hago una entrada muy corta. He sentido que me han estado metiendo el dedo en el ojo -no en la llaga, conste- pero curiosamente hasta me ha gustado.
He salido como en una nube. Alfredo Hoyuelos ha tenido la capacidad de revolverme las ideas a base de documentación fotográfica y su estupenda prosa. He disfrutado como una niña.
Al final de la primera parte del seminario (mañana sábado continuaremos con la segunda parte) le he dicho: "Me has hecho y me vas a seguir haciendo reflexionar".
Si en un principio me dio la impresión de que todo giraba de una forma dicotómica y cuasi maniquea en cuanto a concepciones educativas -hubo momentos acalorados sobre el tema de los mocos-, me di cuenta de que ese era el objetivo: crear el conflicto para luego reflexionar.
Chapeau por Alfredo. No me esperaba esto.
A ver mañana.

sábado, 25 de enero de 2014

Mi mochila

Casi siempre me pasa. Casi todas las noches sueño con lo que ha transcurrido durante el día. Normal. Y por eso casi todas las noches mis sueños los protagoniza algún docente del máster, algunos compañeros, niños, el colegio, papás, reuniones, alguna lectura...
Ayer terminamos con la evaluación de los dos módulos de Procesos y Naturaleza. Fue una experiencia preciosa donde hablamos con libertad de nuestros sentimientos, de nuestras realidades, nuestros sueños, nuestros aprendizajes y nuestras críticas.
Conocimos la película La Escuela de la Señorita Olga y descubrí que muchos principios destacables y comunes de innovación educativa ya existían en los años 30.
Me preguntaba por qué existiendo desde hace tiempo este tipo de experiencias todavía siguen siendo minoritarias, por qué no se han ido imponiendo con el tiempo.
Entre muchas respuestas que aparecieron: el sistema, la tradición, la zona de confort..., hablamos de nuestra mochila. La que llevamos desde que nos comienzan a educar y con la que los docentes educamos. Esa mochila que tiene todo aquello que configura nuestra forma de ser, vivir y entender la vida y, por ende, la educación. Y que se materializa en nuestro quehacer diario.
A veces esa mochila lleva tantas cosas durante tanto tiempo dentro que es difícil deshacerse de ellas. Y cambiar por completo su contenido puede resultar duro. Yo quiero llenar mi mochila de algo bueno. No sé qué podrá ser, pero al menos tengo ganas de seguir llenándola.
Pues bien, volviendo al principio, hoy me desperté recordando mi sueño. Y extrañamente no aparecía ni un docente, ni un compañero maestro, ni un niño, ni nada que me recordase a la educación.
O sí.
Resulta que soñé que estaba en una zona al estilo de Hawaii, estaba amaneciendo y todavía se veían las luces encendidas, yo iba en coche. Recuerdo pasar por zonas bellísimas y pensar ¡Oh, qué fotos más preciosas podría hacer! Recuerdo que nos cruzamos con un grupo que se me quedó mirando y luego, cuando bajé del coche, vino una de ellos para ver si quería trabajar en su grupo. Mientras marchaba con ella me iba enseñando el paisaje, todo era verde, lleno de vegetación, lleno de flores gigantes de colores luminosos, con mariposas, pájaros y hasta conejos de colores (pensé en hacerme una foto con esos conejos para enseñársela a mis hijas). Luego llegué a una oficina donde tras una breve charla me pidieron el nombre y me dijeron que directamente me daban el trabajo.
Ah, antes de llegar a esta zona idílica, en mi sueño aparecía yo con una amiga compañera del colegio donde íbamos a pintar un cuarto de un color nuevo. Y yo me llevaba una cocinita de juguete vieja a un trastero.
No parecía uno de mis típicos sueños surrealistas donde mezclo lo que me acontece durante el día.
Sin embargo creo ver una lectura muy clara: 
En mi mochila ha entrado La escuela de la Señorita Olga.

sábado, 18 de enero de 2014

Lecturas y Educación

Pues eso, creo que voy a acabar odiando la lectura. Quién me lo iba a decir. Yo, que soy una amante de las letras.
Resulta que mi cuñada se quejaba de algo parecido en su Fb por su máster y hoy sábado tengo que ponerme a leer. Son lecturas obligadas del máster. Y una tiene tantas cosas que hacer -como toda/o hija/o de vecina/o- que cualquier ratillo libre lo tengo que dedicar a leer. Son lecturas varias sobre Educación.
Tengo la sensación de que mi cuerpo va a acabar repeliendo las lecturas obligadas sobre Educación. Mira que son buenas, mira que son bonitas, mira que son instructivas, mira que son interesantes..., pero me va a salir Educación hasta por las orejas. Entre semana empiezo a las 7 despertando a mis niñas (que también hay que educarlas), sigo en el cole, las tardes al máster y el tiempo libre a las lecturas y el aprendizaje, además de pensar en el trabajo. Hoy sábado ¿leyendo?
Necesito deseducarme un poco. Me pregunto ¿Es posible ser una persona comprometida con la Educación y no tener que estar continuamente pensando en ella? Porque si no, entonces no estoy comprometida. Qué le vamos a hacer. Aunque, seamos realistas, no todos vamos a ser como Piaget.
Y encima estoy pensando en ampliar la matrícula. Estoy tonta yo.

sábado, 11 de enero de 2014

De sobres misteriosos y cajas de galletas

La primera clase con Pilar la terminamos con la intriga de lo que contendrían unos sobres que trajo. Sabemos que contienen mensajes para reflexionar y crear dinámicas de comunicación, pero no tuvimos ocasión de abrir el primero. Llevaba una ristra de ellos. Nos faltó tiempo.
La Formación del Profesorado es un tema que siempre me ha interesado: Por el camino que hay que recorrer, por las vías que se pueden utilizar, por las motivaciones y/o el interés que puede suscitar, por su necesidad, por su utilidad, por las formas en que se puede realizar, por la diversidad de maneras en que todos los que nos dedicamos a la docencia intentamos aprender -los que lo hacen-, por lo que puede suponer para tu cambio personal y profesional, etc.
3 elementos básicos forman parte de la formación del docente: Teoría, práctica y personalidad. En esta primera clase salieron a relucir nuestras prácticas y nuestra personalidad. Hablamos sobre la realidad con la que nos encontramos y mostramos cómo nos enfrentábamos a ella. Sobre todo mi querida compañera Irene. Andábamos ese día con ganas de desahogarnos. O quizás fue Pilar quien dio pie, puede ser.
Al terminar la clase, parecía que faltaba la tercera parte: La teoría. ¿Y los sobres? ¿Y la dinámica? ¿Y todo lo demás que parecía que había programado para la clase y que no dio tiempo a ver?
Y con gran acierto nos comentó Pilar que si no nos había parecido suficiente todo lo que habíamos tratado. Las lecturas y conclusiones a las que podíamos llegar tras las manifestaciones que habíamos hecho escuchando más allá de la simple anécdota. Y la primera de ellas: Aprendemos unos de otros. Evidente pero siempre sorprendente. Nunca sabes qué puedes aprender de tus compañeros. Como decía Santos Guerra, todos venimos a clase con una caja de galletas.  Yo me imagino una caja como las galletas Cuétara, de diversas formas y sabores, cada uno trayendo la suya en una edición única y especial, y nosotros escogiendo las galletas que nos ofrecen y que más nos atrayesen. Todos compartiendo nuestra caja con los demás.
Al igual que nosotros, Pilar traía también su caja de galletas, y unos sobres. Tengo ganas de abrir esos sobres, a ver qué ponen. Y ver qué galleta puedo escoger.

miércoles, 8 de enero de 2014

Evaluación con Miguel Ángel Santos Guerra

En esta entrada quería hablar de la primera clase con Miguel Ángel Santos Guerra. Quería decir que había encontrado un trovador con alma de educador, o un educador con alma de trovador. Con Miguel Ángel el orden de estos factores no altera el producto. No es que cante ni toque la mandolina pero lo que sale por su boca es pura poesía.
Quería hablar sobre la primera clase, sobre cómo casi se me saltan las lágrimas de emoción -soy muy sensible, por no decir llorona, lo sé- durante la primera media hora. Sobre la capacidad que tuvo en su clase de llegarme al corazón. Sobre la manera en que, sin quererlo, salté mostrando bastante enojo por el sistema en el que estamos sumergidos. Sobre los inicios de un módulo que girará en torno a un concepto tan confuso, nebuloso, indeterminado, comprometido... como es la Evaluación.
Quería hablar de la genial forma de comenzar comparando la percepción colectiva del concepto de Evaluación comparándolo con la percepción colectiva del concepto de una silla. De cómo cada uno de nosotros nos presentamos y hablamos de nuestras inquietudes sobre el tema, y nuestros intereses sobre las diferentes evaluaciones: personal, del alumnado, de instituciones o del sistema. De las necesidades que veíamos en nuestro quehacer diario los que trabajamos y en lo que ven desde fuera aquellos que no han tenido la oportunidad de hacerlo: de la necesidad de usar el paradigma cualitativo, de la plasmación en la práctica diaria de una forma coherente, de la coordinación entre profesionales a la hora de evaluar, de la necesidad de armonía de concepciones sobre evaluación en un mismo equipo educativo, y de muchas más cosas.
Quería hablar de las esperanzas que tengo en este módulo del máster, del cambio que está generando en mí todo el máster en general y de lo que está suponiendo tanto a nivel profesional como personal.
Pero al entrar en la plataforma para escribir, irónicamente, lo que me ha surgido a la mente es:
¿Por qué no nos hemos aclarado hasta última hora para saber a qué hora empezaba este módulo? Resulta que Miguel Ángel vino a clase con casi tres horas de antelación.
¿Por qué estamos debatiendo entre los alumnos para aclarar los requisitos para hacer un doctorado, que no aparecen de forma clara, o al menos, nosotros no llegamos a averiguar con facilidad?
¿Por qué hablamos mucho de las ganas de aprender pero en el fondo todos nosotros (o al menos esa es mi impresión, soy sincera) tenemos ganas de obtener la mejor nota?
Que por cierto, una cosa no quita la otra. Se puede aprender y sacar muy buenas notas. De hecho, irónicamente, quien saca mejores notas y muestra cierta brillantez es quien accede a un doctorado ¿no?
Y esto puede llevar a otra pregunta: ¿para qué queremos el doctorado? ¿para aprender? 
¿Qué queremos realmente? ¿qué quiere la Universidad? ¿qué quieren sus profesionales? ¿qué quiere la sociedad? ¿qué puede hacer por la sociedad? 
Y vuelvo al inicio ¿el sistema universitario se evalúa a sí mismo de una forma objetiva? ¿los profesionales se evalúan y evalúan de forma adecuada?
Ahí lo dejo.

lunes, 6 de enero de 2014

Alumnos cautivos

He pasado un kit-kat navideño genial. He aprovechado para reunirme con personas a las que no suelo ver con asiduidad y lo he pasado estupendamente.
Si por un lado he tenido la sensación de no haber aprovechado el tiempo para adelantar trabajo -siempre hay tareas que hacer y más ahora con el máster-, por otro lado la percepción ha sido completamente opuesta pues he procurado no perder ninguna oportunidad para mantenerme en contacto con personas a quienes aprecio. Como me dijo una vez mi compañera de la EOI, Patricia, he estado celebrando estas fiestas como si se acabase el mundo. A fin de cuentas, el tiempo que pasas con tus seres queridos y las personas que aprecias son la clase de cosas que recordarás el resto de tu vida y por las que te recordarán a ti. Y si ese tiempo lo creas a base de buenos momentos, mejor que mejor.
Total, el otro día estuve con mi amigo Miguel de Granada, junto con Alberto y Jesús, y tuvimos un breve pero intenso encuentro donde nos dio tiempo a platicar sobre la audiencia cautiva. Todo comenzó con una mención a los llamados clientes cautivos, aquellos que como su propio nombre indica no tienen otra opción o elección y acaban irremediablemente siendo fieles consumidores de un producto o marca determinada. Unos son prisioneros a la fuerza como aquél que no tiene otra cosa para elegir y otros prisioneros voluntarios como el que elige siempre lo mismo, pero ambos son prisioneros al fin y al cabo.
Como algunos de la reunión teníamos relación con el mundo de la docencia, acabamos con la siguiente concatenaciónnegocio-cliente cautivo-audiencia cautiva-alumnos-sistema educativo. Y acabamos hablando de la motivación extrínseca más que de la intrínseca, claro.
Fíjate qué cosas, de la palabra cautivo surgió la idea de alumnado. ¿Son audiencia cautiva? ¿han de serlo por definición? ¿los docentes somos captores? ¿podrían no ser audiencia cautiva? ¿la motivación intrínseca es suficiente, sobre todo a edades tempranas? ¿es inherente la motivación extrínseca al fenómeno educativo? ¿qué papel tiene la innovación educativa sobre esta cuestión? Y otra vez la pregunta que se me repite continuamente: ¿En qué lugar nos situamos como docentes?
Tengo que quedar más con mis colegas granaínos. Anda que no nos echamos charlas buenas.


miércoles, 1 de enero de 2014

El primer día de este año

Hoy, 1 de enero de 2014, hago mi registro en el diario para estrenar el año. Parece que hubiera un corte especial antes y después de las 24:00h del último del año en el que un periodo termina y comienza otro nuevo. Sin embargo, me resulta curioso que esta entrada esté unida a la anterior sin solución de continuidad.
El 30 de diciembre de 2013 mi hija lloraba agobiada por los deberes.
El 1 de enero de 2014 mi hija y yo mantenemos esta conversación:
- Cariño ¿has hecho hoy deberes?
- Sí, mamá. Hoy he hecho un montón. Me queda solo un poco -me dice sonriente-. Y para agradable sorpresa mía continúa:
- Verte a ti me motiva.
- ¿Qué quieres decir? -pregunto extrañada.
- Pues que te veo mucho tiempo estudiando -hace en el aire el gesto de tener folios y escribir sobre ellos y de teclear el ordenador- y como veo que tú puedes, yo también puedo.
Y yo con los ojos como platos henchida de orgullo cual globo a punto de reventar. Lo mejor vino al final:
- Me alegro mucho, hija. Yo también me agobio a veces, y hago así (gesto de inspiración profunda) y me digo "Carla, tú puedes" y continúo. 
- Sí, mamá. Además, también había pensado que si te lo decía, así te motivaba yo.
¡¡¡PUM!!! Reventé.
¿Conclusión? Los beneficios de los círculos virtuosos que se pueden crear si se ofrecen patrones o ejemplos que los generen.
Aunque, en realidad, ahora mismo me da igual la conclusión y la reflexión posterior aplicable a la construcción personal y profesional como docente y su extensión al ámbito escolar y educativo que pueda generar esta anécdota. Solo puedo decir que menuda manera más estupenda de empezar este 2014.
¡¡Feliz año nuevo!!