Estos últimos días estamos yendo un tanto acelerados. Hubiera querido hacer una entrada para cada sesión pero caigo muerta cada noche para resucitar no al tercer día como me gustaría sino al día siguiente para estar a tope de nuevo con las clases con mis niños pequeños por la mañana y mis niños grandes por la tarde.
Me he quedado sin voz. La puñetera me ha dejado sola ante el peligro y ahora ya no tengo los poderes de Bene Gesserit –léase Dune- que me confiere el uso de mis cuerdas vocales sobre todo con los querubines de mi colegio.
Puedo resumir las últimas sesiones con la imagen de un señor airado en la última fila durante el seminario sobre una escuela alternativa de Barcelona, supongo que resultado de encontrarse de golpe con semejante tipo de propuestas sin haber predispuesto antes la mente ni haber preparado los pensamientos; con preciosas puertas de colores representativas de la filosofía especial de un colegio que tuvimos la ocasión de visitar; y hoy, con mucha información bruta que hemos tenido de categorizar. Información bruta, que no brutal, pero bruta al fin y al cabo.
Nos tuvo que recordar Kiko que el hecho de degollarnos entre los grupos era un juego para otorgar y construir significados. Reconozco que haciendo críticas y siendo criticado es una buena forma de reconstruir nuestros significados. Chapeau.
Ah, y en esta clase volvieron a aparecer mis queridos corchetes ¡y con puntos suspensivos en medio! ¡cómo molan!
Ah, y en esta clase volvieron a aparecer mis queridos corchetes ¡y con puntos suspensivos en medio! ¡cómo molan!
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