Durante la sesión con Kiko y MIguel me acordé del currículum en espiral de Bruner. No sé si por cierta sensación de dejá vu frente a las síntesis y debates que hubo en clase, o por el cansancio que arrastro y parezco observar que arrastramos en el grupo. O el frío que nos enlentece los pensamientos.
Llevamos ya un buen recorrido de máster y parece que se van notando los efectos secundarios. El trabajo se acumula, acabamos las clases con los ojos enrojecidos y parecemos más fatigados.
Yo por lo pronto, hoy casi acabo en posición horizontal en mi silla de pala. Sofía me lo confirmó. Sé que me pasa cuando tengo sueño. Y no es porque la clase de hoy fuese tediosa, ni mucho menos. Imposible con Kiko y Miguel. De hecho hice bastantes preguntas. Pero gran parte de ellas en posición cuasihorizontal. Además, hablamos de “maldades”, de unidades de medida cualitativas (¿cómo era…? ¿chiquicientos…?), voló alguna tiza, y hasta llegué a la absurda situación de quedarme prácticamente encerrada pero fuera del aula. Todo ello mientras hablábamos sobre las entrevistas y los grupos focales. La sesión de hoy tuvo su chicha, sí.
Pero la sensación de haber estado en una espiral no se me quita. Sea de Bruner o de lo que sea. Ando algo mareada.
Me he tomado casi una bolsa entera de chuches, a ver si se me pasa.
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