Hoy ha sido la tarde de la semántica y el léxico en la clase de Ángel. Dejé gran parte de la clase de Kiko y Miguel por un claustro en mi nuevo cole que me resultó agradablemente revelador. Espero que siga así la cosa en el trabajo. Lástima no poseer el don de la ubicuidad. En fin.
Sobre la semántica y el léxico me refiero a la importancia que tienen las palabras que utilizamos para ordenar nuestra mente y expresarnos, sobre todo esta tarde, donde hemos hecho ciertos malabarismos con las palabras y las atribuciones que les damos de manera consciente o inconsciente. He de reconocer que hablamos mucho, pero también nos perdemos mucho en debates semánticos.
“¿Estamos hablando de lo mismo?” le pregunté a Diana, con quien debatía sobre el concepto de tutor-guía. Y creo que no, que hablábamos de cosas diferentes.
Lo de pasión racional fue un ejercicio de funambulismo donde buscábamos el equilibrio entre dos conceptos antagónicos. La pasión racional busca tanto el compromiso como el distanciamiento, el enamoramiento y la reflexión, estar dentro y a la vez estar fuera, en definitiva, hacer las cosas con razón y corazón a la vez. Aquí apareció Unamuno y la agonía donde te apasionas y sufres a la vez ¿A alguien le suena de algo este dimorfismo de una misma cosa? Porque a mí sí. Y es lo que me pasa con mi labor profesional.
Yo hablé de escalar una montaña y Adri habló del sentido salvífico de la Educación, con E mayúscula -salvífico no sé si ponerlo en mayúscula. Lo dejaré en minúscula-.
También buscamos la diferencia entre el significado y el sentido de las realidades. Cosa nada desdeñable.
Ah, y qué bello lo de “pensar alto y sentir hondo”. Desde arriba y hacia adentro. Directos al alma desde una gran altura.
Lo dicho, que lo suyo sería educar con razón y corazón. Las dos cosas.
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