Una disonancia cognitiva es una desarmonía interna debido a pensamientos, creencias y emociones que entran en conflicto.

Este blog es una recopilación de mis entradas de diario del máster. No pretende describir las materias ni dar información sobre los contenidos o los procesos, sino simplemente reflejar los pensamientos que acuden a mi mente y que a veces pueden producir ciertas disonancias que espero que me sirvan para crecer como profesional y como persona.

Si no se entiende lo que escribo, da igual. Muchas veces no me entiendo ni yo.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Queda 1 día para que finalice el año

Hoy, 30 de diciembre de 2013, estoy repasando el capítulo 2 del libro de Ángel: "Educarse en la Era Digital". En este capítulo titulado Insatisfacción escolar. La escuela desbordada se habla sobre la relevancia del conocimiento que se aprende, el tipo de modelo escolar imperante en la sociedad actual y las deficiencias más importantes de la escuela convencional, a saber: Fragmentación, descontextualización, priorización de cantidad sobre calidad, reproducción, desmotivación, uniformidad, individualismo y obsesión por las calificaciones.
Y arriba en su cuarto está mi hija, estudiante de tercer ciclo de Primaria haciendo los deberes entre lágrimas. Me ha dicho que le han mandado demasiados. Y es de las que sacan muy buenas notas.
No discuto la metodología de su maestro en absoluto. Pero desde luego esas lágrimas a mí me dan que pensar sobre el modelo educativo actual.
Espero que el sistema escolar no aplaste sus inmensas ganas de aprender.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Mi amiga Verónica hablando de Ana Mendieta

Me he quedado muerta -es una frase hecha muy utilizada por estos lares-. Verónica es una buena amiga mía que se dedica al arte y me encanta su blog.
Hoy estaba leyendo una entrada suya sobre Ana Mendieta y al leer una frase, inevitablemente he hecho una transcripción educativa inconsciente probablemente producto estos últimos meses tan reflexivos.
Dice ella:  "Hay artistas que aman el arte y artistas que aman ser artistas. A los primeros les sostiene la columna vertebral de su vocación y a los segundos el andamiaje de sus pretensiones".
Frase que yo sin querer he traducido de forma automática: "Hay educadores que aman la educación y educadores que aman ser educadores. O maestros, o profesores, o como se llamen y del nivel educativo que sean. A los primeros les sostiene la columna vertebral de su vocación y a los segundos el andamiaje de sus pretensiones".
¿Y ahora yo dónde me coloco? ¿Soy de estos o de aquellos? No lo había pensado. Al menos de forma consciente. Debe ser que mi ego me andamia porque no creo pertenecer a la otra casta. En el otro lado de la frontera deben andar Freire, alguna que otra seño/profe que he conocido, o Mauricio y Rebeca Wild entre otros.
Jolines ¿Por qué será que cuanto más tiempo pasa pienso que sé menos, y que lo hago o soy cada vez peor? Esa sensación me ha invadido ya varias veces. Espero al menos que sea productiva.
Verónica, me pusiste el dedo en la llaga. A esto sí que le llamaría disonancia cognitiva en toda regla.
Pero oye, en la próxima charla que tengamos, vamos a ver qué entendemos tú y yo por  vocación. Igual hablamos de cosas diferentes.

Un sonido disonante

El otro día, un niño de Primaria me contaba lo que le pasó en clase un par de días antes de comenzar las vacaciones de Navidad:
"El profe nos dijo por la mañana: Tengo una sorpresa para vosotros ¡hoy no hay deberes, no vamos a hacer fichas! hoy solo vamos a hacer plástica. Empezamos a hacer plástica pero los niños empezaron a portarse mal. Así que el profe dijo que ya no había plástica. Nos castigó poniéndonos a hacer el libro de mates. Empezamos un tema nuevo".
Qué desarmonía interna me produjo escuchar aquella anécdota.
La reflexión posterior me la guardo. Creo que todos podemos encontrar alguna por nuestra propia cuenta.

martes, 3 de diciembre de 2013

Robots y constructores omnipotentes

Después de haberme roto una media con el asfalto a la salida de clase buscando a un tal Paco, hoy me fui en el coche más pensativa de lo usual.
Por mi mente han pasado una gran cantidad de reflexiones esta tarde. En uno de los puntos que se exponían sobre los principios éticos de la investigación interpretativa, me acordé de las 3 leyes de la robótica de Asimov:
1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.
3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.
(En la película “Yo, robot” con Will Smith también se habla de las leyes [pero es un bodrio]).
La primera me vino a la mente cuando hablamos sobre la ética del investigador a la hora de preservar y velar por lo que el investigado comparte. Es menester velar por ello tanto por inacción como por acción. No había reparado en que también tenemos el deber ético de actuar en la plasmación. En una conversación acalorada se dicen muchas cosas y lo que se escribe, escrito se queda.
Pero lo que me dejó pensando no fue tanto la ética como a la hora de hablar del concepto de problema educativo. La última media hora, Kiko más que Miguel, me tocaron la fibra sensible ¿El deber de un docente es el de generar el mejor contexto de aprendizaje? Sí, está claro. Pero que me digan que los maestros se quejan de no poder dar abasto con la diversidad que se plantea en algunas aulas, de padres que no colaboran, de entornos socioculturales y económicos difíciles, de situaciones que a uno le pueden desbordar, y luego, que eso es lo que hay y para eso cobramos; que esas son las cartas que tenemos y que si no se puede contar con la directiva, los padres o la administración, tenemos que ser casi supermanes, ahí, disiento.
Si me pagaran bastante más quizás pasaba por el aro –para qué me voy a engañar, soy persona humana y aburguesada-, pero aun así tengo mis dudas. No paso por pensar que en mi aula yo soy yo y mi circunstancia. No señor. En mi aula entra todo el entorno educativo, lo quiera o no.  El contexto de aprendizaje que pretendo crear y optimizar estará definitivamente esculpido en el mármol que tenga delante.
Por eso me fui pensativa. Porque la impresión que nos dieron Kiko y Miguel en la explicación final de hoy era de que éramos como Trurl y Clapaucio: Constructores con Diploma de Omnipotencia Perpetua con nota sobresaliente, tal y como los describía Stanislav Lem en su “Ciberíada”, donde protagonizan historias fascinantes siendo grandes constructores capaces de fabricar cualquier cosa manipulando materia y energía.
Y sigo sin verlo. No puedo ver el fenómeno educativo como un trabajo individual. Y conste que apenas tengo conocimientos de pedagogía sino que soy simple y llanamente una maestraescuela.
¿Soy la profesional que genera contextos? Sí ¿Pero yo sola? Definitivamente creo que no. ¿Qué contexto de calidad voy a generar, por mucho conocimiento y buena voluntad que ponga, si no me acompañan unos mínimos de implicación, infraestructura, apoyo administrativo, participación familiar, etc.? Vale, con mis conocimientos y buena voluntad podré generar el mejor contexto dentro del peor contexto. Pero señores, pónganselo algo más fácil a los maestros y no echen en sus hombros todo el peso ni las culpas, que bastante tenemos ya. Qué de gente conozco que sobrevive a la adversidad alimentándose solo de su vocación y las alegrías que les dan sus alumnos y que intenta, dentro de sus limitaciones, generar los mejores contextos –adecuados o no, eso ya es otra cosa-. Para que luego digan que nos quejamos de limitaciones propias de nuestro trabajo. Bueno, en las macrofábricas chinas también les dirán que sus condiciones de trabajo son inherentes a él.

Otra posibilidad que me planteo es la de convertirnos en emprendedores de la innovación educativa y crear de la nada nuevos contextos, pero pienso que desgraciadamente no tengo esa magia que tienen algunos valientes. Ni creo que la tengamos una gran mayoría de la plantilla docente andaluza, con lo que sigo pensando que a falta de creadores, lo suyo sería intentar ofrecer las mejores condiciones a las abejas obreras para poder conseguir la mejor miel.
O no me han convencido, o no lo he entendido bien. O me faltan datos y conocimientos.
O es que hoy estoy pesimista. No sé.